El caso de Monserrat trajo el recuerdo del crimen de Carola Bruzzoni en General Las Heras en 2010.
Después de salir en libertad, Silvia Luna estudió enfermería y tuvo otro hijo.
Una escena de extrema violencia en la cocina de un bar. El video de la agresión y la amenaza con un cuchillo de un chef a un empleado en un bar de Monserrat trae a la memoria otro caso que también ocurrió en la cocina de un bar, pero con un final trágico: una moza asesinada por su compañera.
Ocurrió el sábado 17 de abril de 2010 en Las Heras, una localidad bonaerense de 18.000 habitantes a 67 kilómetros de Capital Federal. Las protagonistas: Carola Bruzzoni y Silvia Luna.
Aún no se sabe qué disparó la furia del hermano del dueño de Enitma, el bar de Monserrat, para amenazar a su compañero. Sí se sabe qué disparó la inesperada reacción de Luna: un video erótico.
Ese interrogante desenfocó a Luna, quien estaba convencida de que la autora material era Bruzzoni, porque en el pueblo corría el rumor de que la camarera iba a pasarlo en pantalla gigante en la fiesta de casamiento de su amiga.
Ese viernes, Luna llegó temprano al bodegón Matute, donde ambas eran camareras. No saludó a nadie, se fue directo a la cocina, manoteó una maza que encontró en la mesada y llegó a un patio donde Carola, de espaldas, hablaba por teléfono de manera nerviosa. Y le dio un golpe en la cabeza que terminó resultando mortal.
Pero la muerte de Bruzzoni no fue inmediata. La mujer quedó mareada, confundida. El dueño del bar se ofreció a llevarla a un hospital, pero ella le pidió ir a su casa. Se fue a dormir y, horas después, su marido advirtió que le salía sangre a la altura de la sien. La llevó al hospital de urgencia, los médicos descubrieron que tenía hundimiento de cráneo, entró en coma y la operaron tres veces, pero el cuadro era irreversible y murió nueve días después.
El 24 de febrero de 2012, Luna fue condenada a 10 años de cárcel por homicidio simple con dolo eventual. Sin embargo, la Sala III del Tribunal de Casación Penal provincial le redujo la pena a cuatro años, por considerar que Luna había cometido un “homicidio emocional” y finalmente quedó en libertad en julio de 2013.
La mujer, que hoy tiene 45 años, vive en Monte Grande. Se recibió como técnica superior en Enfermería Profesional en La Matanza y trabaja en una empresa de internación domiciliaria. Cuando la ex moza estaba alojada en el penal de Florencio Varela, se relacionó con un hombre que hoy tiene 51 años y que en ese momento cumplía una condena por robo calificado en General Alvear. Después de salir en libertad, continuó visitándolo en la cárcel de Melchor Romero, hasta que a él lo liberaron en 2017. Se fueron a vivir juntos y tuvieron un hijo.
En 2017, Clarín intentó contactarla, pero nunca respondió a las solicitudes y de hecho no habló desde que salió de prisión.
Tampoco quisieron hablar los dos hijos que tuvo con su anterior pareja y que siguen viviendo en General Las Heras. “A mi mamá, a mi familia y a mí no nos gusta recordar el pasado. Preferimos no hablar. Mi mamá ya pagó su condena, ya está“, le dijo a este diario su hija Romina.
Sí dialogó con este medio Cristian Pérez Solís, abogado de la familia de Carola, quien rescató “la falta de rencor” de Sergio Robledo, el viudo de Carola, y de su hijo Agustín. El joven “en varias ocasiones me dejó en claro que nunca estuvo enojado con la agresora ni con su familia. Entendía que con el enojo o el rencor no ganaba nada, que nada iba poder devolverle a su madre. A partir de allí, de esa base, con ese dolor, con ese golpe, construyó una carrera: empezó a estudiar abogacía”, había comentado el abogado.
En 2017, cuando su dueño, Juan Prado, habló con Clarín, recordó que no quería más a las camareras en el bar porque “cada dos por tres tenía algún quilombo. Muy quilomberas eran y me estaban convirtiendo el lugar en un puterío. Yo no estaba tranquilo, las quería rajar, se los venía diciendo a las dos. Carola era la más conflictiva, Silvia era brava, claro, pero laburaba”. Dijo que no tenía idea de por qué discutían, pero se lamentó de “quizás, si hubiera sido más riguroso, Carola estaría viva”.
AS