Asociada a la alimentación saludable, su consumo aumentó exponencialmente.
Pero también es protagonista de merchandising.
Y la gente se la tatúa como un nuevo símbolo de unión.
Nuestros abuelos nunca nos hablaron de este fruto, y tampoco tenemos recuerdos de la infancia comiéndolo. Sin embargo, hoy nos encontramos comparando el precio de la palta en el supermercado con el del puestero de la calle o pedimos un avocado toast en ese bar que por 20 años solo ofrecía café con leche y medialunas. Incluso hay quienes han considerado tatuarse una mitad de palta con su mejor amiga. ¿Qué nos pasa con la palta?
Este fruto, originario de América, tiene más de 10 mil años de existencia. Acá, lo conocemos como palta, pero en otras regiones lo llaman aguacate. Tiene muchas variedades, pero la que más conocemos es la palta Hass, esa con piel oscura y arrugada. No importa su versión, este fruto cobró popularidad en los últimos años. Lo vemos en platos, cajones y góndolas, pero también en medias, tatuajes e incluso en tapas de discos. De hecho, existen restaurantes y bares con platos que contienen exclusivamente este ingrediente. El mundo de la palta parece no tener límites.
La introducción de la palta en Argentina no tiene una fecha exacta, pero se estima que llegó a Tucumán en 1911, según datos registrados por la Dirección Nacional de Mercados de la Nación. A nivel nacional, después de la banana, la palta se posiciona como la fruta tropical de mayor importancia del país. Su producción se concentra en zonas de valles templados y húmedos, como los de Tucumán, Salta y Jujuy.
En este sentido, Mariano Winograd, agrónomo especializado en fruticultura y horticultura, destaca que la popularidad de la palta va más allá de su valor alimenticio y se ha convertido en un fenómeno cultural. “Se trata de un cambio de hábito y de época. La palta se ha integrado en el sushi, el guacamole y la french toast“, explica. Actualmente, este fruto es un imán para los consumidores en los mercados. “Donde hay palta, hay gente”, afirma el ingeniero.
En Argentina, Tucumán es la provincia líder en producción de palta. Según datos de la Dirección de Estadísticas de la provincia, en 2018 se exportaron 380 toneladas, representando el 99% de la exportación nacional y valuadas en 836.316 dólares. En 2019, las exportaciones disminuyeron un 5% en volumen, pero aumentaron un 20% en valor en comparación con 2018. Sin embargo, en 2020 y 2021, hubo una disminución significativa tanto en volumen (33% y 68%, respectivamente) como en valor (66% y 70%, respectivamente) respecto de los años anteriores.
Con una demanda interna en alza, para garantizar la disponibilidad durante todo el año se comenzó a importar paltas de otros países latinoamericanos, dado que la producción nacional se concentra en otoño e invierno. La temporada comienza con la variedad Lula, disponible de abril a junio, y sigue con la Hass, de mayo a septiembre, siendo esta última la más apreciada tanto a nivel nacional como en los mercados internacionales.
Entre 2018 y 2021, la importación de palta en Argentina creció a una tasa promedio anual del 18%. Según datos de Aduana, durante el 2023 y en lo que va de este año, se importaron 23 mil toneladas de palta, por un valor de más de 72 millones de dólares. La mayor procedencia de los cargamentos viene de Chile, seguido por Brasil y Perú en menor medida.
Palta made in Argentina
La palta se ha ganado un lugar destacado en la dieta de muchos por ser un alimento saludable y nutritivo, rico en grasas beneficiosas. “La grasa es esencial para la alimentación humana, y es mucho más saludable cuando proviene de fuentes vegetales en lugar de animales”, señala Winograd. “La palta nos proporciona lípidos, sabor y satisfacción. La consumimos en ensaladas, postres, aderezos y, además, siempre la comemos cruda, lo que preserva sus propiedades”, añade el agrónomo.
Mientras que en México se calcula un consumo de 10 kilos por habitante al año, y en Chile 3 kilos, en Argentina es menor. El consumo nacional alcanza los 100 gramos por persona. La demanda de palta aumenta principalmente durante el verano. Pero, aunque no la consumimos a diario, siempre está presente en alguna comida.
En cuanto a la Hass, además de Argentina, en la región hay tres países que la producen en masividad para la venta: Chile, Perú y Brasil. La chilena es la más cara y de mayor calidad. En valores, le sigue la argentina. Luego, la brasileña y, por último, la peruana, siendo esta la más barata y menos aceitosa. Además, la palta peruana tiene un traslado más largo, lo que afecta la calidad del fruto.
La palta Hass argentina, con un precio comparable al de la chilena, se destaca por cumplir con una cadena de calidad que garantiza sus propiedades nutricionales. Cintia Machuca, de Finca Machuca, una empresa familiar de Jujuy dedicada a la agricultura, ganadería y empaque de frutas para consumo interno y externo, expresó: “En Argentina, se hacen testeos de calidad. Son análisis hechos antes de la cosecha para comprobar que las paltas Hass tengan el grado de aceite que deben tener”.
“Si la palta no cumple con estos requisitos, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) no permite su venta”, Machuca, y aclaró que son “una finca ‘banda verde’, lo que significa que usamos productos libres de agrotóxicos”.
Palta en platos, medias, fotos y ¿en la piel?
“Reemplazamos la media naranja por la media palta. Es sinónimo de cariño en estos tiempos”, nos cuenta Sofía Primo, de la localidad cordobesa de Río Tercero. Ella, junto a su pareja, se tatuaron medio fruto cada uno: ella con y él sin la semilla. “Somos vegetarianos los dos y es un alimento que nos gusta, es sensual. Es un alimento que puede unir. Las dos mitades de algo que se puede convertir en un todo”, expresa y agrega: “Como antes, que se tatuaban un corazón o esas cadenitas que se compartían con amigas con un corazón, bueno esto representaría lo mismo”.
Los fanáticos de la palta también tienen su lugar en locales de comidas especializadas. Un ejemplo es The Avocado Company, un restaurante ubicado en el barrio de Palermo, que ofrece un menú dedicado a platos y bebidas a base de palta. Su encargado, Juan Manuel Monfort, comenta: “Para todas nuestras recetas utilizamos únicamente la palta Hass brasileña, que cuenta con diferentes tamaños y de mayor tiempo de presencia en el mercado, alcanzando un total de diez meses seguidos, lo que nos permite tener continuidad en nuestros platos”. Y agrega: “Además, es de mayor calidad por su contenido graso y bajo porcentaje de agua. Su consistencia nos facilita la manipulación para la presentación de los platos, y su pulpa, como todos conocen, es muy cremosa”.
Un alimento tan versátil, que se puede consumir en formato dulce, salado, con cítricos, en tragos o al natural, también debe tener un público con esa característica. “Nosotros creemos que la palta tiene un atractivo único. Un imán que se vuelve casi imposible de segmentar, sea por edad, género o clase social”. Monfort destacó a su producto estrella: el famoso avocado toast. “Contamos con más de diez opciones diferentes, pero únicas. Y nuestro plato más exótico es el risotto de paltas, edamames y menta fresca, o bien los ñoquis de palta con manteca quemada, ricota fresca y almendras tostadas” detalló.
La palta no sólo se encuentra en platos y tatuajes, sino también en una amplia variedad de accesorios. El merchandising incluye medias, pijamas, aros, llaveros, vasos y tazas, entre otros. Este fenómeno confirma el estatus de la palta como un ícono cultural y un elemento destacado de la industria pop.
No hace palta: ¿es necesario integrarla en la dieta diaria?
Como todo alimento, la palta debe formar parte de una dieta integral y equilibrada. Aunque puede ser sustituida por otros frutos con propiedades similares, se destaca por su alto contenido en grasas saludables. Su contenido de agua es comparable al de otras frutas, pero tiene un porcentaje significativamente menor de azúcares. Lo que realmente la diferencia es su contenido de grasas saludables, que alcanza aproximadamente el 12%, en contraste con el 0% o 0,5% de otras frutas.
“Se trata de un alimento muy versátil que puede ser utilizado en una variedad de comidas, desde desayunos hasta cenas. Personalmente, prefiero que mis pacientes la elijan para untar en sus meriendas en lugar de otros alimentos ultra procesados como quesos o mermeladas. La palta aporta grasas insaturadas que son fundamentales para nuestro cuerpo”, afirma la licenciada en nutrición Ayelén Lescano.
Este fruto posee un alto contenido en vitaminas E y C, de gran efecto antioxidante, y también es fuente de vitaminas del grupo B. “La palta es rica en grasas insaturadas, que son beneficiosas para la salud cardiovascular. También contiene propiedades antiinflamatorias, una variedad de vitaminas y minerales esenciales, como el potasio y el ácido fólico. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la palta es un alimento hipercalórico, por lo que se debe consumir con moderación”, advierte Lescano.
Moderación es la clave: una de las contras que suele tener la palta es su elevado aporte calórico: unas 160 kilocalorías por 100 gramos (aproximadamente media palta). Además, es baja en proteínas y en hidratos de carbono. “Por lo general, se recomienda no consumir más de una palta al día, pero esta cantidad puede variar según las necesidades individuales de cada persona. Como con cualquier alimento, es importante consumir la palta en cantidades adecuadas para evitar excederse en calorías”, aconseja Lescano.
“Siempre es importante recordar que la palta es solo una parte de una dieta equilibrada. Es importante acompañarla con una variedad de otros alimentos saludables, como frutas, verduras, proteínas y granos enteros. Además, animo a mis pacientes a experimentar con diferentes formas de consumir palta, ya sea en ensaladas, sándwiches, o incluso en batidos. La clave es la moderación y la variedad“, explica Lescano.
“Es cierto que la palta puede ser más cara que algunos productos procesados, pero a veces la gente gasta más dinero en bebidas gaseosas o snacks poco saludables. En realidad, comprar una palta puede ser más económico que esos alimentos y, además, ofrece una calidad nutricional incomparable. Es una cuestión de prioridades en las decisiones de compra”, concluye Lescano, destacando la importancia de priorizar alimentos saludables.
Por otra parte, la nutricionista deportiva Fiorella Tiezzi apunta que es “un alimento que está de moda. Cuando salió la dieta keto se puso de moda, porque es una dieta muy alta en grasa”. Ella cree que “no es esencial en la alimentación. No la suelo incluir, salvo que mis pacientes me digan que la consumen o la compran”.
Según Tiezzi, la palta puede reemplazarse por frutos secos, semillas o aceite de oliva, alimentos que cumplen con las mismas propiedades. “Tiene omega 9, que es una grasa muy buena para el cuerpo, porque ayuda con el colesterol, entre otros beneficios. Pero no la veo realmente necesaria, puede reemplazarse”, afirma la nutricionista.
Cómo tener un árbol de palta
Plantar un árbol es una de las tres reglas básicas de la vida, y aún mejor si es un árbol de palta. Sin embargo, la naturaleza puede complicar esta tarea. Para quienes deseen cultivar su propia palta en casa, hay algunas consideraciones importantes que deben tener en cuenta.
Así lo aseguró Gonzalo Parés, ingeniero agrónomo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA): “Es un mito lo de pinchar la semilla de palta con escarbadientes y que crezca el brote. Desde el INTA siempre decimos que hay que, de algún modo, imitar a la naturaleza, en la que cae un fruto de palta al suelo y brota en la tierra, no en un charco de agua”.
Para plantar un árbol de palta, Parés recomienda: “Hay que plantarlas directamente en tierra, a 4 ó 5 centímetros de profundidad, una semilla por maceta. Una vez hecho esto, el brote nace a los pocos meses de la siembra de la semilla. Al año se forma la plantita, y hasta que crezca el árbol y largue sus frutos, serán entre 8 y 12 años”. Agregó: “Un árbol grande de palta es un árbol muy productivo, te puede producir alrededor de 60, 70, 100 kilos de fruta por año”.
Según el ingeniero agrónomo, sembrar en la ciudad un árbol de palta es posible por dos motivos. Primero, por el crecimiento de la ciudad, y segundo, por el efecto invernadero del smog. Por el cambio climático, afirma, empezamos a tener una humedad que hizo que “puedan adaptarse bastante bien al ambiente urbano”.
Agustina Vidal, Juan Pablo Hidalgo, Matías Pantano y Pablo Galindo Ramos. Maestría Clarín / Universidad de San Andrés
AS