Los posteos problemáticos formaron una pequeña secuencia. El doble filo del arma mediática preferida de los trolls.
X vive días de esplendor.
Lo escribió el periodista Charlie Warzel en The Atlantic esta semana, con el título Elon Musk is winning (Elon Musk está ganando).
Justificó la idea con un argumento contundente: Joe Biden comunicó en esa red que bajaba su candidatura a la reelección (el anuncio político del año).
Más aún. Fue en X dónde Biden aceptó (para muchos apresuradamente) el debate televisivo con Trump que terminó condenando su candidatura, cuando le sugerían evitar el enfrentamiento apoyados en la “antigüedad” del formato.
Warzel dice de X. “La plataforma se parece mucho a una cucaracha. Es fea, escurridiza, repulsiva e increíblemente difícil de matar, a pesar de muchos esfuerzos” (…) “Sigue siendo un nido de ratas de especulación temeraria, partidarios furiosos y toxicidad, pero también está viva de una forma difícil de cuantificar” (…) “Los colaboradores de Biden publicaron la noticia en X porque debían de entender que, para bien o para mal, es la forma más rápida y menos mediática de inyectar información en el torrente sanguíneo del discurso político y cultural”.
Las definiciones dan cuenta de lo que ocurre en los Estados Unidos, pero invitan a observar lo que pasa en la Argentina.
Vale preguntarse, por ejemplo: ¿es la política la que le da el tono a X? ¿O es X el que le da el tono a la política?
La descripción de “nido de ratas… partidarios furiosos y toxicidad” aplica al clima que muchas veces se genera desde el Gobierno y sus trolls, y que trasciende las redes para caracterizar a toda la gestión.
Es cierto que Milei, Santiago Caputo y compañía parecen ser la especie que mejor se adaptó a “la forma más rápida y menos mediática de inyectar información en el torrente sanguíneo del discurso político…”
Para bien y para mal.
Hasta ahora, la comodidad del oficialismo en este escenario ha jugado a su favor. Ayuda a sostener la idea de Milei como alguien distinto y define con claridad los supuestos enemigos, entre ellos algunos medios tradicionales y periodistas.
También aporta el ruido que distrae de las cuestiones de fondo.
Sin embargo, puede ser X el lugar que exponga las grietas crecientes. El “tuit no feliz” de la vicepresidenta Villarruel es el ejemplo. Puso en la superficie las diferencias entre el Presidente y su vice, una realidad que será difícil de desmontar.
Pero quien peor sufrió en carne propia el doble filo de su vocación tuitera fue el ministro de Economía, Luis Caputo.
Como si ignorara la saga de frases sobre el dólar que tristemente marcan la historia argentina, aventuró … “La realidad probará que en breve la gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos y el peso va a ser la moneda fuerte!”.
Difícil imaginar una frase con más chances de convertirse en una condena en suspenso.
X es una criatura sensible. Que el gobierno de los trolls construya allí su propia trampa, al menos en la percepción pública, puede ocurrir tan rápido como escribir 280 caracteres.