Logró ganar un premio millonario, pero en pocos años gastó una fortuna y tuvo que volver a trabajar como recolector de residuos.
La historia de Michael Carrol (41) representa perfectamente como pasar del cielo al infierno en cuestión de años. En 2002, Michael tenía 19 años y ganó 9.800.000. libras en la lotería de Reino Unido, el equivalente a unos 12 millones de dólares.
A pesar del gran golpe de suerte que tuvo, en menos de una década se quedó sin nada. Michael actualmente vive en Moray, Escocia, y su modo de vida actual cambió muchísimo . Se levanta a las 6 de la mañana volver a trabajar de recolector de residuos.
“¿Cuando tú le das nueve millones de libras esterlinas a un joven de 19 años, ¿qué crees que va a suceder?”, le dijo Michael Carrol a la BBC hace unos años. ¿Qué hizo Michael con los millones que ganó en la lotería?.
Una vida sufrida
Michael Carrol nació el 29 de marzo de 1983 en Swaffham, Reino Unido. Provenía de una familia muy humilde y de clase trabajadora. Su papá estuvo preso durante toda su infancia, por lo que fue una figura ausente durante gran parte de su niñez. Sus padres se separaron y su madre se casó con un hombre que, según Carrol, lo maltrataba físicamente casi a diario.
Esto provocó una conducta rebelde en Michael, que fue detenido a los 13 años por robar en una tienda, debido a esto ingresó en un centro de rehabilitación de menores. Además, Carrol era disléxico, tenía TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) y apenas sabía leer y escribir.
A pesar de todo lo malo que sufrió en sus primeros años, pudo completar sus estudios secundarios y logró reinsertarse en la sociedad comenzando a trabajar como basurero. Michael pensaba que su vida empezaba a acomodarse, pero no sospechaba que su golpe de suerte estaba por llegar.
Suerte y derroche
En 2002, Michael iba camino a su trabajo como todos los días y decidió hacer una jugada en la lotería nacional de Reino Unido. La combinación de números fue 5, 28, 32, 39, 42 y 48 y 21. Fue una apuesta totalmente aleatoria.
Por la tarde, cuando se sorteó la lotería, Michael Carroll acertó todos los números y ganó 9,7 millones de libras esterlinas libres de impuestos. El dinero era equivalente a unos 11 millones de euros. El caso llamó la atención desde el primer momento en que se apareció a reclamar el premio. Parecía estar viviendo un sueño, pero iba a terminar siendo una pesadilla.
Carrol trabajaba en una empresa de recolección de residuos y estaba esperando un bebé con su novia de entonces, Sandra Aitken. Dejó su empleo y no tardó en dedicar su vida al despilfarro.
En los primeros tiempos se dedicó a gastar el dinero por placer. Se compró cadenas de oro, joyas, descorchaba botellas de champán y tenía una actitud bastante arrogante. Se convirtió en un personaje mediático y las cámaras de los programas de chismes lo seguían a todos lados.
A Carrol poco le importó y se compró una mansión de medio millón de euros. En ella organizaba fiestas de cinco días para sus amigos con cócteles de drogas y estupefacientes para todos los gustos. Se calcula que se gastó más de 400.000 euros en drogas. “Mi camello tiene más de premio que yo” le dijo Michael a La BBC hace unos años.
La única inversión inteligente que Carrol realizó con asesoramiento fue la creación de un bono de 3,9 millones de libras que generaban ingresos constantes mensuales. No obstante, Carroll fue muy generoso con su familia y amigos, le dio a su madre, tía y hermana 1 millón de libras a cada una. Debido a esto, en septiembre de 2003 tuvo que empezar a vivir del bono.
Su casa, conocida con el apodo de “la Mansión”, era el escenario habitual de fiestas salvajes, en cuyos jardines se celebraban concursos de destrucción de vehículos. Durante años, “los amigos” que acompañaban a Michael siguieron viviendo en su casa, hasta que los echaron.
Bancarrota y anonimato
Michael, tras malgastar su dinero, se declaró en quiebra en febrero de 2010 y puso a la venta su mansión en Swaffham, Norfolk, que compró por 740.000 libras. Lamentablemente solo se vendió por sólo 142.000 ya que estaba muy dañada.
En agosto de ese mismo año intentó de suicidarse dos veces y en ambas ocasiones fue salvado por un amigo. En 2012 le prohibieron la entrada en todos los pubs de su ciudad, Norfolk, por lo que decidió cambiar de aires y mudarse a otro sitio.
Hoy bajó los decibeles y vive Escocia con su novia y su hijo. Michael está contento porque casi nadie lo reconoce. Logró recuperar su antigua vida y trabaja como recolector de residuos. Pero asegura que es una persona feliz y eso es lo que a él realmente le importa.