El Presidente dio la orden de no contestarle a su par brasileño y el Gobierno evitó que escale la confrontación.
Ni pedir disculpas ni subirse al ring. El presidente Javier Milei se desentendió del desafío público que le hizo su par brasileño, Luiz Inácio “Lula” Da Silva, quien reclamó que se retracte por haberle dicho “muchas tonterías” en el pasado y le recomendó con cierta ironía que “no intente gobernar el mundo”.
Según pudo saber Clarín del entorno presidencial, la decisión de Milei fue “no responder” a lo consideraron una “provocación” y ratificó su presencia en la Cumbre del Mercosur, prevista para el próximo 8 de julio en Paraguay, donde coincidirá con el brasileño. “No sorprendió pero tampoco lo esperábamos. En el G7 se saludaron correctamente, no vamos a subirnos a una discusión a la que no queremos subirnos”, expusieron en Casa Rosada.
Lo que abona esta estrategia fueron los movimientos posteriores a la conferencia de prensa que dio el vocero presidencial, Manuel Adorni. Es que el periodista ensayó una respuesta: “Lo que Lula pretenda está dentro de sus deseos y lo respetamos, pero el Presidente no ha cometido nada que lo que tenga que arrepentirse”.
Sin embargo, con el paso de los minutos quedó claro que no se trataba de una decisión del Gobierno. “Manuel se enteró camino a la sala de conferencias y debió improvisar una respuesta elegante, pero el Presidente no dio la orden de contestarle a Lula, sino todo lo contrario”.
En efecto, en redes sociales, las cuentas libertarias vinculadas al Gobierno no levantaron el tema. “No queremos que escale, al menos por el momento”, aclaró una importante espada del Gabinete.
No obstante, un estrecho colaborador de Milei desestimó de plano la idea de que el Presidente le conteste a Lula, pero también que le pida disculpas: “Es más probable que se haga hincha de otro equipo (NdeR: en fútbol, es de Boca) que le pida disculpas por algo que ya es del pasado”, exageró.
En ese sentido, en el Gobierno recordaron la carta que Milei le hizo llegar a Lula por intermedio de la canciller Diana Mondino, con el objetivo de limar asperezas luego de haberlo señalado de “comunista” y de asentir que se trataba de un “corrupto”, que “por eso estuvo preso”.
Desde que asumió, el Presidente desactivó la confrontación con Lula y habilitó a la canciller Mondino a explorar un acercamiento por la vía diplomática con Itamaraty. En ese contexto también se anotó la permanencia de Daniel Scioli, de excelente vínculo con el brasileño, como embajador, hasta su desembarco al frente de la Secretaría de Turismo y Deportes.
Con todo, la postura de no reavivar la puja tiene que ver en parte con la confirmación de Presidencia de que Milei estará el lunes 8 de julio, en Asunción, participando por primera vez de la cumbre de presidentes del Mercosur. “No vamos a cambiar nuestra hoja de ruta por lo que diga Lula ni ningún otro presidente. Javier (Milei) va a estar presente, nosotros nos mantenemos en la idea de que haya una buena relación (bilateral) entre los países”, reforzaron en Balcarce 50.
Si bien en el Gobierno no había unanimidad al referirse a la intransigencia de Lula y los motivos que lo llevaron a desafiar a Milei, algunos colaboradores del Presidente trazaban un paralelo con el reciente cruce con el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez: “Tal vez entiende que le sirve pelearse con Javier para dirimir peleas internas en Brasil”, razonaban, en alusión a la afinidad del líder libertario con el ex mandatario brasileño Jair Bolsonaro.