Así como Milei tendrá su Ley de Bases, también el Congreso tendrá la suya: se asegura que el Senado sancionará la fórmula jubilatoria que ya votó Diputados y que Milei juró que vetará.
Con fórceps, la Ley de Bases finalmente verá la luz y le dará a Javier Milei su primera vez por la que pugnó en el Congreso, ese territorio tan esquivo, por más de seis meses. La sanción de Diputados está asegurada si el Presidente no se empeña, como ya lo ha hecho varias veces, en borrar con el codo lo que trabajosamente sus negociadores pudieron lograr.
En su afán de que la iniciativa fracase, el kirchnerismo y algunos de sus aliados seguirán obstruyendo para así – pese a los imponderables riesgos- abrir una crisis de difícil pronóstico, como ocurrió durante el debate en el Senado y la tumultuosa, violenta e inconducente presión externa por no añadir, además, políticamente tóxica para sus propios intereses. El resultado: están apareciendo indicios cada vez más nítidos de que esa posición ultra en el peronismo está en creciente discusión.
Ahora, cómo saldrá finalmente la ley sigue por verse, sobre todo con las privatizaciones –en particular la de Aerolíneas Argentinas, que requeriría un proyecto de ley específico para poder consolidar la votación–, Ganancias, que sería restituido, y Bienes Personales. El régimen de inversiones (RIGI) saldrá, todo lo indica así, con las modificaciones que introdujo el Senado.
Así como Milei tendrá su ley, también el Congreso tendrá la suya: se asegura que el Senado sancionará la fórmula jubilatoria que ya votó Diputados y que Milei juró que vetará, como lo ratificó ante los libertarios españoles, un club que funciona en el Casino de Madrid. El Congreso probablemente obtendrá el número para rechazar ese veto que le da a los jubilados un 8 % más de ajuste que la licuadora mileísta les escatimó. La realidad es que no está en juego aquí un grave desfasaje presupuestario, a pesar de que Milei dijo que dejaría su vida en defensa del equilibrio fiscal.
Si se trata de equilibrio, es una incongruencia seguir defendiendo o ampliando regímenes especiales de promoción, en los que no se paga ni el IVA e impugnar ese reducido porcentaje de ajuste votado en Diputados, frente a los números de la inflación de final de 2023 y de comienzo de año. El amenazado veto pondría sobre el tapete un fuerte conflicto de poderes que se plantearía si no se busca y encuentra una forma de evitarlo.
Hasta ahora, Milei juega con el innegable consenso social favorable al cambio, pero necesita ratificar esa circunstancia favoreciendo una confluencia. Guillermo Francos, un político profesional, sabe bailar esa música, pero está bastante solo en ese empeño de construir un espacio más variopinto. Hay un diálogo interruptus con el PRO de Macri, que está buscando un lugar donde pararse, con Patricia Bullrich instigando la fusión sin condiciones, y con Milei que tan temprano ya plantó sin avisar a Espert como candidato en la provincia de Buenos Aires.
También Macri enfrentará un gran desafío en su bastión porteño. El entramado que le permitió una larga hegemonía en la Ciudad está hoy muy fragmentado: Carrió picó primera con su candidatura, los libertarios prometen pelear la senaduría con Adorni, los radicales aún no han definido, pero al menos Lousteau analiza un frente. Por si fuera poco, el ex gobernador Schiaretti estuvo de visita a Pichetto y a Randazzo, para resucitar aquel viejo proyecto ya fracasado de ofrecer una opción para el peronismo que ni Cristina ni Kicillof contienen y para otras expresiones del centro político. El ex senador muy activo descartó cualquier diálogo con Cristina Kirchner, en el que lo quisieron involucrar, pero tiene abierto otros canales con el peronismo. El dato nuevo, al menos por ahora, es que Schiaretti también comenzó a hablar con Emiliano Yacobitti, radical porteño mentor de Lousteau, con asiento en la Universidad de Buenos Aires y vínculos fuertes con Daniel Angelici y el Coti Nosiglia.
En 2025 hay una elección legislativa en la que tradicionalmente el votante está menos atenazado en las opciones de hierro de las elecciones presidenciales.
A Milei, por supuesto, le gustaría que una parte del peronismo se encolumnara detrás de su proyecto. ¿Si lo hicieron con Menem, por qué no con él?, podría preguntarse. Entonces parecía una herejía el súbito liberalismo del riojano. Sin embargo, Menem logró dar vuelta como un guante los principios y la cultura peronista y encolumnó, con excepciones, a ese vasto movimiento detrás de las privatizaciones y la apertura económica hasta que se le agotó la nafta. Pero el modelo le estalló a De la Rúa y ya el peronismo estaba mutando de piel. Duhalde, en su breve presidencia, antes de terminar por default en Néstor Kirchner, hasta pensó –y algunos dicen que ofertó– que Macri pudiera ser el continuador.
De ahí que Daniel Scioli quiere ser un adelantado de una nueva época: se declaró peronista y libertario, sin sentirse desgarrado. Un ¿ex? peronista ocurrente, que conoce esa entretela del partido, dijo irónicamente que Scioli es la fotografía del alma profunda del peronismo de seguir siempre en el poder. La continuidad de funcionarios del gobierno de Fernández, varios de ellos miembros formales de La Cámpora pero colonizados ya por las fuerzas del cielo, despiertan entusiasmo en los dispuestos a saltar la tapia.
A Milei, todavía, no se le ocurren esas extravagancias ideológicas porque sigue bajo el influjo del descubrimiento de su popularidad, mientras algunos de sus asesores leen más a Steve Bannon –un ultraderechista ex asesor guía de Trump condenado a cumplir prisión en EE.UU.–, que a la realidad argentina y se embarcan en abrir y ampliar una agenda reaccionaria.
El kirchnerismo está, todavía, sin otra estrategia que la de resistir a Milei, el sindicalismo sigue apostando que se abrirá una vía de diálogo, y la Iglesia, aun cuando lo niega, se metió objetivamente en la discusión política. Sin conducción definida, el PJ trata de achicar pérdidas.
Hay, sin embargo, un dato político importante pensando en la elección legislativa por venir: la fragmentación política no es solo un problema de la oposición. El oficialismo también la padece, como un destino o fatalidad de este tiempo. Cómo se resolverá tendrá suma influencia en el futuro inmediato