La decisión de la OTAN de permitir a Kiev usar su armamento en suelo ruso fue respondido por Moscú con esas maniobras.
“Rusia ha llevado la guerra al corazón de Europa”, denunció el presidente italiano, Sergio Mattarella.
Dicen que la guerra en Europa ha dejado de ser un fantasma para convertirse en realidad, visto el clima de agitación que los rusos estimulan con anuncios de que están iniciando ejercitaciones con armas nucleares tácticas en el teatro de la frontera con Ucrania, país invadido hace más de dos años.
Rusia está montando una crisis aún más difícil porque EE.UU., Alemania, Francia, Polonia y otros países han decidido permitir a Ucrania que se defienda utilizando las nuevas armas que ha comenzado a recibir, acompañadas de adiestramientos, también en territorio ruso.
El peor incidente ocurrió hace una semana cuando drones ucranianos llegaron hasta la región rusa de Orenburg tras atravesar 1.800 kilómetros, atacaron y dejaron fuera de uso a un radar de alerta temprana. Se abrió un así un “agujero” ciego en el sistema de detección de ataques nucleares a Rusia. Putin respondió anunciando el comienzo de los ejercicios en las zonas fronterizas con el nordeste de Ucrania, utilizando bombas y misiles nucleares tácticos, de portada limitada.
El presidente ruso Vladimir Putin aumentó la alarma occidental. “Todos los objetivos se están realizando”, dijo. “Desde el punto de vista técnico y militar, estamos obviamente listos”.
Putin hizo recordar a través de sus consejeros que el uso de armas atómicas tácticas, con una menor potencia que las estratégicas, destinadas a hacer papilla ciudades enteras y hasta el planeta, forman parte de la llamada doctrina nuclear “incluso en el caso de agresión con armas convencionales si las pérdidas no permiten frenar una agresión y determinan una situación crítica para la seguridad rusa”.
La avalancha de amenazas siguió a los anuncios occidentales de nuevos envíos de flamantes armamentos para poner de pie a los combatientes ucranianos, que tras fallar una gran ofensiva el año pasado, quedaron en posición defensiva, con miles de pérdidas humanas en los campos de batalla, escasos de reemplazos humanos y mal armados.
La alianza militar occidental con sede en Bruselas, que siempre contó con el paraguas militar-nuclear norteamericano, formalizó el permiso de castigar con los nuevos armamentos a los rusos en su propio territorio.
En una reunión con los comandantes de los distritos militares, Putin resumió la situación tras “el fracaso de la contraofensiva ucraniana”. El presidente explicó que Rusia ha elevado los gastos militares al 8,7% de la riquezada nacional y que para gestionar esta nueva situación el nuevo ministro de Defensa, Andrei Belousov, es un economista.
Rusia se ha restructurado en una eficaz economía de guerra.
Las graves palabras de Mattarella
El presidente italiano, Sergio Mattarella, salió al cruce de Putin el domingo, aniversario de la República, contestándole duramente. Dijo que “Rusia ha llevado la guerra al corazón de Europa, excavando nuevamente un foso entre los países que soñábamos en paz y colaboración, libres desde Lisboa a Vladivostok”.
Mattarella prosiguió: “La Federación Rusa ha demolido la arquitectura de seguridad que ha garantizado paz y estabilidad al continente europeo durante largos decenios y ha lanzado una nueva, angustiosa carrera a los armamentos”.
Las palabras de Mattarella, que han tenido una gran repercusión en Europa, agregaron que “se trata de un comportamiento muy grave en cuanto ha sido pronunciado por uno de los países que tienen mayor responsabilidad en la comunidad internacional, en cuanto miembro permanente el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.
En Italia es unánime la posición contraria a enviar armas a Ucrania que sean después utilizadas para atacar al territorio ruso.
Pero se registró una discrepancia profunda, por parte de la Liga, uno de los dos partidos aliados a la primera ministra Giorgia Meloni. El viceprimer ministro Matteo Salvini criticó al presidente Mattarella. Salvini ha defendido muchas veces a Putin y ahora puso en apuros a la jefa del gobierno, Giorgia Meloni, que lidera la coalición de las derechas italianas. Pero Meloni no cambiará de posición, en la línea de EEUU, la OTAN y la mayoría de los países de la Unión Europea. Italia no enviará armas de última generación y mucho menos soldados a Rusia.
La cuestión de los nuevos armamentos de los países de la OTAN, con el permiso de ser utilizados por los ucranianos en combates en territorio ruso, ha alarmado especialmente en Europa a su principal país, Alemania, el más rico y el más populoso, con 83 millones de habitantes.
El gobierno de socialdemócratas, liberales y verdes, ya votó hace dos años, debido a la invasión rusa de Ucrania, elevar en cien mil millones de euros los presupuestos para la defensa militar. Además, los liberales acaban de proponer “para poder responder a un ataque ruso” que se reactiven a 900 mil reservistas . La diputada Agnes-Strack Zimmerman, presidente de la comisión parlamentaria de Defensa, dijo que “Putin está preparando a su pueblo para la guerra contra Occidente. Debemos ser capaces de defendernos lo más rápidamente posible, movilizar, registrar y activar 900 mil reservistas, porque el ataque ruso contra nosotros ya ha comenzado”.
La invasión de Rusia a Ucrania produjo un resultado sorprendente y negativo para los rusos, cuando Suecia y Finlandia, desde hace muchos años neutrales, decidieron incorporarse a la OTAN.
Esta decisión rediseñó las fronteras y Rusia descubrió que sin querer había convertido en un lago de la OTAN al mar Báltico. Ahora, la frontera del Báltico es el frente más caliente en caso de una guerra después de Ucrania. Contingentes de la OTAN están ya desplegados en defensa de Lituania, Estonia y Letonia, tres países pequeños que fueron colonizados por Rusia durante treinta años.