José Leguizamón, contratista, y su sobrino Lautaro quedaron atrapados entre los escombros del edificio en el que trabajaban cuando cedió una losa.
Rubén, hermano de José, que también estaba en el lugar contó los momentos de dramatismo que se vivieron durante el rescate.
Lautaro Leguizamón (21) es parte de una gran familia que vive del oficio de la construcción desde siempre. Su mamá, Liliana Leguizamón, es hermana de José Leguizamón (65) y de Rubén Leguizamón (63). Lautaro y José, tío y sobrino, son los dos obreros que antes de las 13 de esta tarde quedaron atrapados entre los escombros tras un derrumbe ocurrido en una obra ubicada en Cramer al 1600, corazón de Colegiales. Desde las 17, los dos se encuentran en el Hospital Pirovano.
“Mi hermano (José) es contratista. Él agarra este trabajo y decide llevarnos a trabajar a esa obra, porque necesitaba más personal. Hay obras que él hace con uno o dos obreros, pero acá éramos siete, mi otro hermano faltó, por suerte no vino a trabajar”, dice Rubén Leguizamón en diálogo con Clarín.
Rubén se siente aliviado, dice que tanto su hermano como su sobrino se encuentran en buenas condiciones y de buen humor: “Están riéndose, contentos, y eso me alegra”.
“No me gustaba porque veía que era una casa vieja, y parecía asentada sobre polvo de ladrillo. Me generaba desconfianza, en un momento presentía cosas, pero tenés que laburar, tenés que llevar el pancito a la casa”, dice Rubén.
Este lunes, toda la familia Leguizamón se levantó a las cuatro de la mañana para salir cinco y media desde Moreno (Provincia de Buenos Aires) rumbo a la obra, a la que llegaban todos los días a las ocho puntuales. De los siete obreros, estuvieron presentes seis: José, Rubén, Lautaro, Enzo (29, hijo de José), Santiago (27), Rodrigo (24).
El operario estuvo casi cuatro horas aprisionado y fue trasladado a un hospital. En el operativo trabajaron el SAME, bomberos y policías de la Ciudad.
Rubén cuenta que Lautaro, el más chico, se sumó para complementar sus estudios para ser electricista matriculado: “Él necesita aprender esto, la construcción, porque el día de mañana puede agarrar una obra y también conducirla y tener gente a cargo”.
Pasado el mediodía, todos estaban trabajando en la planta baja mientras tomaban mates y comían tortas fritas. Lo que pasó después, Rubén lo recuerda bien. “Yo estoy charlando con Lautaro, subo al andamio y pongo el hilo con otro de mis sobrinos, ponemos la medida para levantar la pared. Y ahí siento que él insulta, algo dice, y ahí se siente la explosión. Se vino todo abajo, toda la estructura”.
Esa explosión ocurrió al ceder una losa en remodelación. Rubén continúa: “Y a mí me salva la losa nueva, una vigueta que justo estaba arriba mío. Pasa toda la estructura a mi lado. Unos bloques enormes. Y mi hermano quedó ahí abajo, era terrible. Luchamos para sacarlo porque él se quejaba mucho, y yo a Lauti lo escuchaba llorar, escuchaba cuando yo lo llamaba. Entonces me dediqué más a mi hermano, que me decía ‘negro, me estoy muriendo’”.
Trabajan varias dotaciones de bomberos. Hay personas atrapadas.
Enzo, Rodrigo, Santiago y Rubén no presentaron lesiones, aunque sí quedaron en estado de crisis nerviosa. José terminó siendo el más comprometido, fue trasladado rápidamente al Hospital Pirovano con un cuadro de traumatismo de cráneo sin pérdida de conocimiento.
El trabajo para sacar a Lautaro de los escombros demoró cuatro horas. Recién a las 17.05 fue retirado en una camilla, atendido por personal del SAME y derivado al mismo centro médico.
“Lo que pasó fue terrible, el momento más crítico de mi vida, mirá que he pasado tormentas difíciles, pero esto es lo peor que puede existir, es como que estás en una pesadilla y querés salir. Entré a gritar porque no lo veía a mi hermano, mirá cómo me emociono porque no lo veía a mi hermano, ni a Lautaro. Veía a los otros, pero a ellos no, entonces digo ‘¿tan tapado en escombro está?‘ Era una montaña de escombro impresionante, como dos metros, tres metros”, rememora el hombre fuera de la guardia del hospital, aún notablemente conmocionado.
Dice que no cree volver a trabajar nuevamente en el mismo oficio por la exposición y la situación límite que vivieron esta tarde.
“Yo lo que pienso es que Dios también participa, pero también es una alerta, es un llamado de atención, es reflexionar, empezar a ver cómo se hacen las cosas, es como que uno nace de vuelta, quiere decir que hay que replantearse muchas cosas. Y la vida continúa”, concluye. Ambos quedarían en observación en el centro médico por 24 horas al menos, teniendo en cuenta el tiempo de exposición y de aplastamiento que experimentaron.
Uno de los obreros denunció aque Luciano Ferreira, el arquitecto a cargo de la obra, no se hizo presente en el lugar.
MG