Se trata de Guido Schramm, púgil de Morón que desarrolla su carrera en el país del norte.
Cayó en el sexto round ante el mexicano Vladimir Hernández, en una derrota inesperada.
Su rival fue confirmado para el combate dos semanas antes, tras la baja de otro peleador.
El argentino Guido Schramm sufrió una dolorosa derrota, que no estaba en los planes de nadie, frente al mexicano Vladimir Hernández en el sexto round de la pelea que cerró la velada del “Wednesday Night Fights” organizado por ProBox, en su centro de eventos de Plant City, en Florida.
El súper welter nacido en Morón, de 28 años, partía como favorito ante el mexicano, que hizo honor al peso de su sangre azteca para plantarse sobre el ring y sorprender a Schramm, sacudiendo un zurdazo demoledor en el sexto round que lo mandó directo a la lona, para ponerle la firma a uno de los nocauts del año.
Lo de Hernández es doblemente meritorio porque fue confirmado para pelear ante Schramm a último momento, hace dos semanas, como consecuencia de la baja del ruso Radzhab Butaev. Hijo pródigo de Ciudad Lerdo, en el estado mexicano de Durango, el zurdo sacó a relucir la experiencia de sus 35 años y su conocida resistencia física para acelerar en el momento justo y llevarse la pelea en forma espectacular.
Considerado uno de los proyectos más interesantes del alicaído presente del boxeo nacional, en abril del año pasado derrotó al invicto Jahyae Brown pero luego sufrió un par de traspiés que lo hicieron retroceder en la consideración: un empate frente a Paul Kroll y una derrota ante el venezonalo Johan “Manotas” González, en octubre.
Hernández venía de perder contra el estadounidense Troy Isley, quien le propinó la sexta derrota de un récord que ahora se completa con 15 victorias, siete de ellas resueltas por la vía rápida.
En un duelo clásico entre un boxeador derecho y otro zurdo, fue el mexicano quien se mostró con más oxígeno y lucidez en ese tramo del combate para acertar la mano que definió la historia. El directo de Hernández fue demasiado para Schramm, que cayó de frente y sin reacción, haciendo más espectacular la acción, y provocando que el árbitro Emil Lombardi frenara de inmediato la pelea.