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Santa Teresita

Una situación crítica que exhibe la levedad política del Gobierno

Milei descalifica, de mala manera, cualquier opinión o consejo que encierre algún matiz a su manera de visualizar la realidad económica.

 Iría a contramano de las sugerencias que se le fueron arrimando desde diferentes ámbitos.

 El Fondo Monetario Internacional (FMI) subrayó la imperiosa necesidad de ampliar la sustentación política.

Quizás el Gobierno tenga más cerca de lo que supone alguna de las explicaciones que lo han estacionado en esta repentina coyuntura crítica. Distanciado del sosiego que había imaginado después que Diputados, por segunda vez, convalidó la Ley Bases y el paquete fiscal. Valdría detenerse en una frase del documento difundido en las últimas horas por el PRO, con las firmas de Mauricio Macri y de la diputada y titular de la Fundación Pensar, María Eugenia Vidal. “Hay más interrogantes que certezas”, señaló aquel texto tras realizar un balance, en general favorable, del primer semestre de Javier Milei.

Ese documento no representa, ni remotamente, una causa del alterado presente económico y financiero. Describe, sin embargo, una impresión extendida en círculos sociales y del establishment. El Gobierno tuvo dos grandes logros en un lapso corto con el equilibrio fiscal y la baja de la inflación. Ambos consumados con fórceps. El último factor ayuda a entender la elevada expectativa social que mantiene el Presidente a pesar de las secuelas recesivas. La administración libertaria habría quedado cautivada por el arribo rápido de aquellas metas. Milei se ocupa, cada tanto, de concederle un sentido épico. La cuestión consiste ahora en cómo seguir sin que implique un riesgo para la fidelidad de la base social que viene acompañando al Gobierno.

El Presidente y su equipo económico parecen haberse replegado en esta contingencia compleja. Milei descalifica, de mala manera, cualquier opinión o consejo que encierre algún matiz a su manera de visualizar la realidad económica. El problema no serían únicamente los economistas heterodoxos o aquellos de las entrañas kirchneristas. Embistió en las horas recientes contra Ricardo López Murphy, contra su ex amigo Carlos Rodríguez, del CEMA. También contra Domingo Cavallo, Roberto Cachanosky, Miguel Angel Broda y Carlos Melconian.

Esa tarea asoma aún pendiente. El Gobierno consiguió luego de una ardua negociación en Diputados y el Senado –que cargó sobre sus espaldas Guillermo Francos, el jefe de Gabinete– aprobar la Ley Bases y el paquete fiscal. Cosechó votos cruzados en todos los casos, incluidos los de provincias peronistas. La tarea pareció concluir en el momento en que quedó consumada la victoria.

El paréntesis permitió reabrir un foco de pleito potencial. El Senado comenzará a analizar en comisión la fórmula de compensación jubilatoria que tuvo media sanción en Diputados. Se trata de un 8% adicional que el Gobierno soslayó cuando armó el esquema de remuneraciones a los jubilados. Milei anunció hace tiempo que esos fondos adicionales afectarían el equilibrio fiscal. Amenazó con vetar el proyecto, si resulta sancionado en la Cámara Alta. Nada que tranquilice el clima político mientras la economía atraviesa un tiempo de ebullición.

Tampoco el oficialismo libertario tuvo en cuenta aquel asunto de los haberes previsionales para hallarle una salida que evite las confrontaciones. Victoria Villarruel, titular del Senado, ensayó maniobras dilatorias, pero no pudo eludir el llamado a las comisiones. El kirchnerismo, con sus 33 senadores, busca una revancha luego de la humillación que sufrió cuando con aquella mayoría y una provocación callejera no logró tumbar la Ley Bases y el paquete fiscal.

Milei tampoco pareció emitir señales oportunas. Hace rato que desechó la posibilidad de estimular la formación de una coalición parlamentaria como la que repetidamente mencionó Miguel Angel Pichetto, el titular de Hacemos Coalición Federal. No pareció convincente, tampoco, su alusión a que en el futuro (tal vez en el próximo año electoral) pueda existir una fusión con el PRO. El ensamble, así planteado, podría significar una absorción. Cuya cabeza indiscutida, si las cosas continúan como hasta ahora, sería La Libertad Avanza. No es la idea que ronda la cabeza de Mauricio Macri.

El ex presidente y sus hombres de mayor influencia imaginarían el posible nacimiento de una coalición. Como aquella que catapultó al ingeniero al poder en 2015. Claro que con actores distintos. Esas visiones encontradas ayudan a explicar el malestar que causó en la Casa Rosada la difusión de la declaración del PRO. Ninguna corroboración del disgusto sonó más elocuente que la manifestación del portavoz Manuel Adorni: “Ni la leímos”, salió del paso.

Vidal ha sido quien en forma pública más ha sostenido que el PRO no debe resignar su identidad. Al margen de representar, a juicio suyo, una voluntad de cambio similar a la que expresa La Libertad Avanza, que la llevó a triunfar en las elecciones 2023. Aquella hipotética convergencia entre los partidos ahora aliados se vería afectada por otros conflictos. Donde influye el reseteo de las autoridades partidarias que en las próximas horas realizará el PRO.

Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad, cesó la semana pasada a su segundo, Vicente Ventura Barreiro. No se trató de un despido común: lo acusó de corrupción, lo denunció en la SIGEN. El organismo formalizó una presentación en la Justicia Penal. Por casualidad, en el juzgado que comanda Ariel Lijo, uno de los dos candidatos de Milei para incorporarse a la Corte Suprema. Al desplazado ex funcionario se lo responsabiliza de haber querido influir en una licitación para el suministro de alimentos en el Servicio Penitenciario Federal.

La onda expansiva de esas fricciones llega también hasta la orilla del Gobierno. En ese universo, con excepción de Francos, la sensibilidad política suele resultar un insumo escaso. Milei celebró con imprudencia la sanción de la Ley Bases y habló del inicio de una segunda fase del plan. Nadie sabía bien de que se trataba: Luis Caputo, el titular de Economía, y Santiago Bausili, jefe del Banco Central, salieron a darle un dudoso contenido. Comunicaron una incierta tercera fase a fin de ponerle fin a la vigencia del cepo. El asesor presidencial, el economista Fausto Spotorno, evaluó que toda esa escenografía había representado un gran error.

Nadie debiera asombrarse demasiado, entonces, que “el gobierno del mercado” resulte en estas horas apaleado por el propio mercado.

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